lunes, 31 de agosto de 2009

Cómo sé?

Cómo sé si aún vives si tus ojos ya no miran a través de mi alma, ya jamás escucho tu susurro en el viento llamando a aquel quién fuese tu amor, suplicando que te diera un abrazo cálido en la oscura y lluviosa noche de otoño mientras el frío congela tus labios y los hace ver tan pálidos como una carta de aquellas que te daba, pero tan seductores con su movimiento al hablar, tan suaves al tocar una taza de café caliente en el inquietante crepitar de una chimenea cuando me dabas besos incontrolados, esos besos que sabían a canela por la goma de mascar que solías comprar.

Aquellas épocas se fueron, me quedaron tús recuerdos, aunque aún extraño tu perfume en mis sábanas, tu belleza bajo el agua cuando estabamos juntos en la bañera, tus ojos hablando honestamente mientras tu boca repetía una y otra vez que me querías, tu respiración tan sincronizada con los latidos de tu corazón que ardían de pasión cada vez que haciamos el amor.

Qué pasó, aún no lo sé, sólo sé que aquella noche mientras una lágrima de dolor caía por tus rosados pómulos, yo sufría; aquella noche que estabas en mis brazos, tenía aquella sensación de ahogamiento que siempre estaba cuando tenía miedo, pero está vez no podías acariciarme suavemente para calmar la tensión como solías hacerlo cada noche al llegar a casa y ayudarme de forma amorosa a solucionar cada uno de esos problemas que me atormentaban a diario, aquellas estupideces que me mortificaban, aquellas que restaban mi atención hacía tí. Pero hoy ya es tarde, pues aquella noche te ví morír mientras mis brazos te sostenían y unas cuantas lágrimas caían de mis ojos aturdidos, cuanto te quise amor mio, pero me dejaste tras una bala que perforó mi alma...

jueves, 27 de agosto de 2009

Mi primer cuento corto... La Royauté de la Dictature...

Un día de otoño el Conde Alphonse Toulouse-Lautrec se encontraba listo para partir a casa de su sobrino, El Conde François Toulouse-Lautrec, para organizar los actos funerarios que se llevarían a cabo por la muerte de su hermano. Su sobrino le había enviado un telegrama urgente, en el cual le decía que necesitaba reunirse con él, tan pronto como le fuera posible, en las afueras de la ciudad de París. El Conde llamo a su lacayo más preciado, Don Germain Maréchal para que lo llevara en su carro postal hacia Rambouillet, lugar donde habían puesto la cita ambos Condes.

Eran pasadas las doce del mediodía cuando El Conde Alphonse iba pasando en medio de un bosque, en el camino más corto que lo conduciría hacia su destino. Sus corceles más finos andaban a paso apresurado por la vía pedregosa y un poco enlodada por las recientes lluvias. El conde de repente fue sorprendido por el carruaje de su sobrino quien venía en sentido contrario. Su sobrino bajo del carro rápidamente y pidió a su lacayo que se dirigiese inmediatamente hacia su hogar en Pontault-Combault, que él se quedaría con su tío y tan pronto como tuviese oportunidad le enviaría un telegrama para que fuera en su búsqueda a la casa del Conde Alphonse en Boulogne-Billancourt, al sudoeste de París.

Tan pronto como el lacayo del Conde François se hubo ido, el Conde subió al carro de su tío y le dijo que se dirigieran hacía la casa de La Condesa Rosa Marie Fiore, quien ayudaría a evitar que el General Jean Pierre Filtch se convirtiera en el dictador de Francia. Allí en casa de La Condesa ellos serían informados de la situación y como el General Jean Pierre planeaba destruir la Francia moderna para convertirla en un Estado corrupto y en el cual las clases altas serían encarceladas para que su dinero pudiese ser hurtado. Pasada la medianoche todos los Condes y Condesas de París y sus alrededores se encontraban reunidos allí para plantear soluciones a tan terrible caos que se aproximaba en Francia, incluso el hermano del Conde Alphonse se encontraba allí, el Conde Carmine Toulouse-Lautrec, quien había fingido su muerte para poder llevar a cabo dicha reunión, sin que las fuerzas militares seguidoras del General Jean Pierre se dieran cuenta.