viernes, 8 de febrero de 2013

Bailando con la Muerte



… Esa noche Alyssa se despertó asustada, era casi medianoche y se encontraba en medio de su habitación bastante fatigada, algo había cambiado, ya no era ella. Se levantó de la cama y encendió la luz,su piel parecía más blanca de lo normal y sus labios tenían un tono rojo muy intenso; sus grandes ojos azules miraban al vacío y la expresión de sus cejas la hacía lucir desesperada. Tomó un bata blanca y muy hermosa que acostumbraba a dejar junto a su cama cada noche; poco a poco cubrió de manera elegante su pequeño pijama de seda. Soltó su pelo largo y lacio, tan negro como la oscuridad de aquella noche, y finalmente, tomo su zapatos de entrecasa y se aventuró al espeso bosque.

La luna se alzaba gloriosa, como evitando una que otra nube que trataba de opacarla. Su pálida y brillante luz guiaba el camino de Alyssa a traves de las frondosas ramas de los árboles que , a medida que ella avanzaba al interior del bosque, se elevaban imponentemente al viento. El camino era cada vez más claro y el deseo que impulsaba a Alyssa era enorme, así que se precipitó a toda velocidad hacia una gran barricada de arbustos espinosos que se hallama en medio de un agradable claro. La luz de la luna lleno la cara de Alyssa, y entonces sintió como las espinas rasgaban trozos de sus vestidos y la herían sutil pero impactantemente.

A pesar de que se encontraba muy herida, Alyssa no podía detenerse, y en un segundo, sin notarlo, ante ella se encontraba un estanque muy pequeño y poco profundo rodeado de las más hermosas flores. Ella se acercó riéndose como una niñita de corta edad, lucía bastante asombrada y feliz, se acercó y vio su reflejo en el estanque; era diferente, era oscuro. Alyssa apresuró su mano hacia su reflejo, y como si supiera lo que hacía tiro de él. Era como un sombra que se prcipitaba fuera del agua, se acercó a Alyssa pero sus rasgos eran indistinguibles, apenas se podían ver un par de ojos azules tan grandes y tan expresivos como los de la misma Alyssa.

La sombra se acercó suavemente a Alyssa y esta la acogió en sus brazos, un pequeño susurro que salía de la sombra, empezó a transformarse en una bella melodía, y juntas danzaron como al paso de una corriente ligera de aire que parecía llevarlas. Pronto se hallaron rondando por el bosque, corriendo entre árboles sin seguir algún camino. La sombra empezaba a sentirse excitada, y Alyssa no podía evitar sentirse encantada con sus delicados movimientos, la fuerza y pasión que ahora las envolvía hacían sentir a Alyssa subyugada, dependiente; ahora nadie podría separarla de ese destino.

El camino se despejaba lentamente, hasta que de repente los árboles desaparecieron y se hallaron en los rieles del tren. La noche estaba demasiado oscura y la sombra empezó a acercase a Alyssa muy despacio, tomandola entre sus oscuras manos, llevándola hacia el piso. La sombra se extendió cubriendo a Alyssa con su brazos, como si la abrazara mientras ambas permanecían acurrucadas en medio de los rieles. Alyssa parecía feliz, era como si tuviera un hermoso sueño; aún lograba escuchar la suave melodía que la sombra susurraba en sus oidos, aquella que la había llevado a danzar lujuriosamente con la sombra.

Ya era tiempo, ambas lo sabían, y aunque un poco onconsciente, Alyssa lo entendía. Una enorme luz blanca surgió de la nada dirigiendose hacía ellas. Ante la luz, la sombra por fin se reveló tal como era; era ella, era como verse en un espejo. Alyssa se miró a sí misma en la profundidad de sus ojos, entonces la sombra se avalanzó sobre ella, y apretandola contra el suelo, desplegó lo que parecían unas alas de mariposa de color negro, se acercó a Alyssa y la besó. Alyssa sentía como se iba su vida y solo pudo reconocer la brillante luz que pasaba a través de sus párpados cerrados mientras sentía la calidez de los labios de aquella sombra…
   

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