Gabriel García Márquez alguna vez aseguró que una mujer siempre lo lleva de la mano hacia las tinieblas, un mundo que ella conoce mejor que él y en el cual se orienta mejor. La mujer concibe el mundo y lo conoce a su perfección, es ella quien, según aseguran las religiones neopaganas, posee la conexión directa con el mundo, con los ciclos lunares. La madre genésica de los pueblos prehispánicos, era considerada como la fértil, la tierra de donde todo proviene y donde todo nace; la tierra madre es el gran útero.
La mujer cada día lucha por ganarse el puesto que le fue arrebatado por lo hombres hace decenios, siglos o tal vez milenios, pero todo se da de acuerdo a los cambios que se dan en los modos de producción según aseguró Marx desde lo económico y que finalmente Habermas refutó diciendo que se daba desde las formas comunicativas que se presentaban. Sea cual haya sido la razón que obligo al desarraigo de la función femenina de las entrañas de la tierra, podría pensarse desde las múltiples religiones que se configuran en el entorno social, en la multi-culturalidad y en la pluralidad.
La descripción y el rol femenino en la historia casi siempre son destructivos, pero esto se debe únicamente al miedo de lo femenino, el miedo que surge del hombre hacía la mujer, pues ella, como asegura Simon de Beauvior en su libro “El segundo sexo”, “tiene un rostro de tinieblas, es el caos de donde todo ha salido y al que todo debe retornar… es de noche en las entrañas de la tierra. Esa noche en la que el hombre se ve amenazado con ser engullido y que es el envés de la fecundidad, le espanta.”
Este miedo se hace evidente en la religión cristiana, en donde la mujer se relega a un segundo plano, como la madre del hijo de un Dios paternalista, que es el único que tiene el poder de tomar decisiones sobre la humanidad. Las religiones judío – cristianas, o religiones monoteístas, conciben a la mujer como la pecadora. En la Biblia, libro sagrado de la religión cristiana, la mujer se concibe desde la Eva pecadora; pero con el resurgimiento de nuevas formas de religiosidad como las formas neopaganas, la bruja está adquiriendo nuevamente su poder, la virgen modifica su significado en la sociedad y la diosa vuelve a ser digna del altar. La mujer ha impuesto una especie de fuerza, que a diferencia de la masculina se basa más en su sutileza por alcanzar las metas de modo organizado, por ganar un espacio dentro de un mundo dominado por hombres.
El siglo XX trajo para la mujer grandes aportes en cuanto a sus derechos y su reconocimiento dentro de la sociedad. Vinculación laboral, participación política, castigo hacia el abuso sexual y físico contra la mujer, el cambio de los estereotipos femeninos, el movimiento social feminista y el cambio en la forma de ver a la mujer desde el Estado y desde lo jurídico son apenas una parte de lo que se ha logrado durante estos últimos 100 años
Como explica Juanita Barreto Gama en su ensayo “Estereotipos sobre la feminidad”, se da un nuevo status de la mujer al generar ingresos, salir fuera del hogar, colisiona con la autoridad patriarcal fundamentada en el manejo de los recursos. Además de esto el hombre del siglo XX también empieza su incursión en espacios que se creían o consideraban totalmente femeninos. El término género como sexualidad cambian totalmente durante el siglo XX gracias a estos cambios de roles y a la concepción ideológica que surge de parte de la mujer y hacía ella. La era femenina ha iniciado junto con una etapa de igualdad, la mujer dominará los mismos espacios que el hombre y viceversa. Hombres, den la bienvenida a la mujer del siglo XXI, la mujer libre de cualquier dominio y bienvenidos todos a la era postmoderna, la reinvención del entorno social acaba de empezar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario